
En un autobús alquilado hemos llegado cruzado el Bósforo hasta el hotel Golden Horn, que nos acogerá hasta el martes.
Un hotel decorado como en otras épocas, con escayolas acaracoladas y grandes sillones, con brocados en las cortinas y con contrastes dorados.
Nuestros chicos se han alojado en habitaciones señoriales que recuerdan el esplendor otomano.
Mañana nos espera un largo día repleto de los tesoros de Estambul.
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